22 may 2009

A William



Atrás del vidrio se oculta visiblemente una formación ósea que no para de vernos desde las alturas, no sabemos si para protegernos o para reírse de nosotros. Fémur.
A veces baja y nos muestra su oseocidad y, orgullosísimo, hace movimientos inimaginables para nosotros (se toca el omóplato con la rodilla!) Esternón.
Estuviste desde el principio, nos viste el primer día, primeros nervios, primer paso. Costillas. Nos conociste transpirados, nerviosos, somnolientos, enojados, engripados. Peroné. Nos enseñaste cosas que no están en los libros, y cada día nos decís con tu tremenda quietud una nueva lección. Húmero. Envidiamos tu cintura escapular, y no conseguiremos jamás formar el sacro de esa manera tan cuchara. Atlas.
Desde abajo te alabamos desde la siesta hasta la medianoche, y fiestas de guardar. Maxilar. El tamaño no importa, William, vos lo sabés más que nadie. Falange. Sos pura irradiación energética en sólo metro con 13 centímetros. Cúbito. Sabés y hacés saber que los músculos, tendones, tripas y demás gelatinas, vienen por añadidura, y sólo son accesorios. Metacarpo.
Nuestras vidas a tu lado se convierten esqueléticamente en lo que queremos ser, William. Metatarso. Estás y estarás en nuestros huesos para siempre. Te llevamos. Te sentimos. Te honramos. Te queremos.

1 comentario:

[gaByta] dijo...

jajajajaj por Deus mouyy buenO! jajajajajja me mori con estO!